En esta capilla se encuentra el tabernáculo, y es por tanto, el lugar más santo del templo. Este lugar es el centro de la Parroquia Nuestra Señora del Pilar, la brecha abierta en el Corazón de Cristo donde podemos acudir a refugiarnos.
En el sagrario se conserva el pan eucarístico, que es Cristo mismo en cuerpo, sangre, alma y divinidad, para aquellos fieles que no hayan podido participar de la celebración de la Misa, especialmente los enfermos, y también para poder ser adorado, alabado y reverenciado en la oración personal y comunitaria. Cristo es también la Palabra de Dios hecha carne que nos revela el rostro misericordioso de Dios Padre, porque «él es imagen visible del Dios invisible» (Col 1, 15).
En el tabernáculo, Palabra y Carne son inseparables. En la parte superior encontramos el Evangeliario, que recoge la vida, la palabra y los hechos de Jesús Salvador. En la parte inferior encontramos el sagrario donde se conservan las especies eucarísticas. En la puerta encontramos una representación de los panes y los peces, copia de la que se encuentra en Tabgha (Israel) y doce piedras que representan la Iglesia, asentada sobre el fundamento de los doce apóstoles. Bajo ellos, encontramos un crismón labrado en la piedra, monograma del nombre de Cristo (XP), proveniente de las dos primeras letras del nombre de Cristo en griego (xpristós).
El tabernáculo se encuentra en un muro de mármol de paredes vacías, imagen de la muerte, como signo de que sólo la presencia de Cristo vivo y resucitado, realmente presente en la Eucarístia y la Palabra, abren el muro de la muerte que acecha la vida del hombre. «Cristo ha vencido la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal», como decimos en la plegaria eucarística III.
Junto a ellas se colocan dos lamparillas de tradición bizantina. Ellas se consumen discretamente iluminando, dando calor y dando testimonio de la presencia salvadora de Jesucristo en medio de su pueblo y conforman una bella parábola de la vida del cristiano.