La sala celebrativa San Miguel es una de las tres salas de las que dispone actualmente la parroquia. Responde al un incipiente proyecto de catecumenio, que consiste en varios espacios celebrativos -de características similares a esta sala- en los que cada comunidad puede reunirse para la catequesis, la celebración de la Palabra y, ocasionalmente, la celebración de la Misa.
De la sala San Miguel son destacables tres elementos: el icono, la sede, el ambón y la mesa. El icono eucarístico es una catequesis que tiene como trasfondo la escena que encontramos en Juan 21 en la orilla del Mar de Tiberíades. Tiene como referente la Última Cena (que encontramos en el templo) pero Jesús ahora lleva una vestidura blanca y muestra los signos de la pasión; ambos son signo de que está resucitado. Ya no encontramos a Judas entre los apóstoles sino que en su lugar vemos un discípulo que alarga la mano para tomar el pez que ofrece Jesús. A la derecha, otro discípulo contempla la eucaristía bajo una escena que parece evocar las olas del mar, signo de la muerte. En el relato evangélico mencionado, Jesús come para demostrar la realidad de su resurrección, que su cuerpo no yace en el sepulcro. Ese cuerpo resucitado es el que comemos en la Eucaristía, es el alimento que fortalece a los discípulos para seguirlo hasta el momento de la comunión final que se producirá en el cielo.
Encontramos en la sala una sede de metacrilato, de aspecto liviano pero a su vez, imponente. Así es el magisterio de Cristo: discreto pero firme. El ambón es de madera, de aspecto noble, por ser el lugar de la predicación de la Palabra. La mesa eucarística, de cristal grueso, está sostenida por cuatro columnas de metacrilato con forma de cruz griega que simboliza por su simetría el orden del cosmos y la difusión del Evangelio hacia todos los puntos cardinales.